domingo, 2 de junio de 2013

La mala educacion en las cocinas.

 
Hoy quiero hablaros (por experiencia propia) de lo mal que se puede llegar a pasar en una cocina de un restaurante, no quiero estirarme mucho porque sólo de pensar, la sangre que corre por mis venas empieza arder.
Soy un cocinero que he aprendido (y me queda por aprender) de la nueva y vieja escuela, aunque disfruto  más con la nueva cocina, no debo olvidar lo que la vieja me a aportado, que no es poco.
Me he encontrado con jefes que me han tratado como a un hijo, jefes con los que me he llevado a matar, por culpa de sus malos modos, (aunque he de decir que algunos me han aportado la mayoria  de lo que sé) y por último, jefes que no me han aportado nada,y encima he tenido que aguantar de todo.
La  cocina puede llegar hacer un infierno si quien la dirige no tiene ni experiencia en dirigir, suele pasar mucho.
Se dice mucho que no hay cocinero que no halla rozado la locura, doy fe de ello.
Como en muchos oficios, hay jefes de cocina que no te quieren ni ver por el simple hecho de que no le as caido en gracia, o porque quiere meter a algún amigo/a para hacerle un favor, esos gestos no son nada profesionales.

Y lo que peor veo, sin ninguna excusa, es la falta de educación y los malos modos de los que en (demasiadas) ocasiones se hacen gala en estas sacralizadas cocinas. Presumiendo de que han trabajado con un chef de estrella michelin o han trabajado en un sitio de maxima categoria .
Precisamente, es en los momentos de presión donde se pone de manifiesto la educación de las personas, y algunas veces los comportamientos de ciertos chefs se asemejan a rabietas de divas hollywodeenses.
Sí creo en el trabajo del jefe de cocina, en la experiencia recolectada en el día a día, me embelesa el mimo con el que se realizan hasta los más mínimos detalles. Me encanta ver la pasión y la intensidad con la que trabaja en el anonimato que le proporciona la cocina, su cocina. Pero no me gusta ver al chef estrella fuera de ella no es su hábitat natural y no es donde debe deslumbrar y si lo hace ahí, afuera, es porque quizás no lo está haciendo dentro.Al final creo que lo más importante que se ha perdido en esta metamorfosis del jefe de cocina en el chef superestrella es la falta de humildad, (gracias a Dios que la otra gran virtud para la cocina, la pasión, sigue íntegra). Esta pérdida de humildad en el desarrollo profesional tiene su reflejo más doloso en las propias escuelas de hostelería, donde llegan legiones de alumnos que no quieren aprender a cocinar, si no crear. Angelitos, los pobres lo que ven en la tele.Qué lástima pero me da la impresión de que nos sobran chefs y nos faltan jefes de cocina

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