1.- El toro de la Vega.

2.- El toro júbilo.

Este tipo de ‘toros de fuego’ también son muy populares en la Comunidad Valenciana, donde más de 140 municipios los incluyen en sus festejos.
3.- Toros enmaromados.
También conocidos como toros ensogados. Las reses son sujetadas por la cabeza para atarles los cuernos. Luego son arrastrados por las calles para regocijo de quienes corren junto al animal. Estas sogas producen grandes traumatismos en la cepa del cuerno y profundos desgarros en los músculos del cuello.
Estos festejos son típicos en Aragón, Navarra, La Rioja, Andalucía y Valencia pero sobre todo, en Castilla y León. El más famoso es el de Benavente, en Zamora, entre el 9 y el 14 de junio
4.- Toro de San Juan.

5.- El giro del perro.
En el pueblo de Brodilovo (a 560 kms de Sofía, capital de Bulgaria), existe una fiesta llamada llamada “El giro del perro” (Trichane Na Kuche) en la cual atan a varios perros de grandes cuerdas que cuelgan sobre el río helado y los hacen girar. Para aumentar la diversión en los días previos al festejo dan de comer a estos perros gran cantidad de alimento y les taponan el ano. Cuando llega el momento del ritual la apretada cuerda que tienen alrededor de su estómago comienza a girar violentamente, aprieta al perro, (a quien le han quitado el tapón del ano) y este gira a toda velocidad sin poder detenerse, evacuando sus heces por todo el sitio mientras la cuerda se desenrolla. La tradición dice que a mayor cantidad de material fecal mejores serán las cosechas ese año en el pueblo
7.- Patos al agua.
En Sagunto, (Valencia) recientemente han recuperado la competición de los “Patos al Agua” tras algunos años de prohibición. El festejo consiste en lanzar gran cantidad de patos a las aguas del puerto, los cuales deben ser atrapados a mano por los participantes en el concurso.
8.- Matanza de delfines en Dinamarca.
Cada año, en las zonas costeras de las islas Feroe se lleva a cabo la matanza de miles de delfines por parte de adolescentes que celebran que han llegado a la edad adulta. La ceremonia tiene lugar en primavera cuando los delfines calderones se acercan a las costas, y todo el pueblo se prepara para el “gran día”. Este acto, que se realiza al aire libre y a la vista de todos, se convierte en una fiesta que deja las aguas teñidas de rojo, bañadas de sangre. Se argumenta a su favor, como suele ser habitual, que se trata de una tradición de más de 1.200 años: Lo cierto es que cada año se matan de esta forma entre 1.000 y 2.500 delfines. Los jóvenes se aprovechan de la confianza que estos magníficos animales tienen hacia las personas para poder matarlos.
9.- Las corridas de gansos.

10.- El apedreamiento de Judas.

Tradiciones que han dejado de serlo
La otra cara de este macabro recorrido por las fiestas más crueles que hemos encontrado lo tenemos en aquellas tradiciones que afortunadamente han dejado de ser consideradas como fiestas, tradición y como elemento a mantener en aras de una supuesta “cultura”.
1.- La cabra desde el campanario.
Desde el año 2000, el pueblo de Manganeses de la Polvorosa (Zamora) ya no arroja una cabra desde el campanario de su iglesia. Al menos de carne y hueso. Ahora lanzan una de cartón piedra. Es un ejemplo de cómo la presión social y mediática puede acabar con tradiciones salvajes.
2.- Los gallos de Guarrate.
Los quintos del pueblo, en Zamora, pasaban a ser hombres montados a caballo y blandiendo una espada. Con ella tenían que descuartizar los gallos colgados en la plaza. Dejaron de hacerlo hace algunos años.
3.- La pava de Cazalilla.
Unos, los más jóvenes y enamorados, pelan la pava, y otros, los más bestias, la tiran desde lo alto del campanario. Estos últimos son los vecinos de Cazalilla (Jaén), quienes cada año, por San Blas (3 de febrero), lanzan desde los 35 metros de la torre de la parroquia un pobre animalque, incapaz de volar, aterriza como puede entre las manos de una enfervorizada multitud de vecinos que esperan la caída de la pava para llevársela a casa, ahora sí pelarla, y comérsela.
Saben que es ilegal pero les da igual. Cada año la Junta de Andalucía sanciona con 2.001 eurosa la persona que arroja al animal al vacío, por maltratador, pero antes todo el vecindario ha depositado el dinero en una cuenta bancaria donde ingresan donativos o el resultado de la compra de colgaduras como las que este año lucían diversos balcones de las casas en las que se leía “Cazalilla con la tradición y la pava“.
Es más. Repiten la salvajada en agosto, durante la ‘Fiesta del Emigrante’, para que los cazalilleros que viven fuera y regresan de vacaciones también puedan disfrutar de la fiesta.
Evidentemente, si la Junta, en lugar de multarles con 2.000 euros, les pusiera una multa de 200.000, se les acababa la tradición y la tontería. Es lo que tienen estas sanciones ridículas.Las pagas gustoso con tal de demostrar lo bestia que son los de tu pueblo